"Mi nombre es Daniela Muñoz Flores y tengo 25 años. Quiero contar mi historia, pero sin intención de dañar a nadie. Por el contrario, quiero ayudar a otras mujeres que puedan estar pasando por lo mismo. Del mismo modo, para poder sanar y acelerar este proceso judicial que por lo demás ha sido bastante lento. Por otro lado, no daré mayores detalles porque no me siento preparada psicológicamente, y la investigación está en curso.
Días antes del fin de semana de fiestas patrias, me encontré con un primo que no veía hace años, él me comentó que quizás hacía una ramada en el terreno de su familia, la cual queda a unos metros de donde vive mi mamá (y yo también ya que debido a la pandemia tuve que quedarme, esto es en Peñuelas, Linares).
Todo comenzó el 17 de septiembre del 2020 en la noche, mi primo me invitó a la “ramada” al aire libre, a la cual llegué con una prima que se fue temprano. En la fiesta estuvimos 7 personas en total, 5 hombres, 1 mujer y yo. Por ser en un lugar de un familiar, quise participar porque no salía desde que inició la pandemia y pensé que sería un espacio seguro.
Yo llevé una cerveza de 350cc cerrada, un concho de pisco sour y mi propio vaso por miedo al contagio del Coronavirus. Cuando tomé lo que yo había llevado, me compartieron una piscola. Como todo carrete “normal” yo bebí y fui al baño en varias ocasiones (al aire libre, ya que estábamos en un potrero), tengo conciencia que todas las veces fui acompañada de la mujer que estaba ahí. El problema empezó cuando al volver del baño uno de los hombres que estaba ahí (amigo de mi primo) me ofreció un vaso de piscola el cual acepté y después de darle un sorbo ya no recuerdo nada más hasta que desperté en mi casa.
Desperté el 18 de septiembre, alrededor de las 11 de la mañana con vómito muy turbio, verde, mareos y visión borrosa. Desperté en mi pieza, la cual estaba alejada de la entrada de mi casa. A las 7 de la tarde, mi pesadilla comenzó, fuí al baño y me dio miedo mirarme, me sentía horrible fisicamente, mis pupilas estaban dilatadas, mis ojos estaban desorbitados y me sentía como un demonio. Luego me puse a pensar que no recordaba nada y sabía que era algo extraño. De inmediato pensé que me habían drogado. Hablé con mis amigas y todas me dijeron que no era normal lo que me estaba ocurriendo. A las 2.30 de la mañana desperté con dolores muy fuertes en mis zonas genitales, sobre todo en la zona anal. Sentía como si me hubiesen pateado fuertemente. A esa hora, sabía que el efecto de lo que me habían puesto en la piscola ya había desaparecido. Me miré en el espejo la zona que me dolía y descubrí moretones de grandes proporciones cerca de mi zona anal.
El 19 de septiembre a primera hora me dirigí a carabineros a poner una denuncia, los que me derivaron al hospital de Linares donde me tomaron un examen toxicológico y por protocolo me revisó una ginecóloga. Los resultados del chequeo arrojaron lo que sospechaba: me habían violado.
Con mi mamá seguimos todos los protocolos que el hospital y carabineros nos indicaron. PDI tomó el caso, por lo que vinieron a mi casa a recoger mis pertenencias ocupadas ese día, nos tomaron una declaración a mi mamá, mi padrastro y a mi. Posteriormente, me avisaron que irían al lugar de la ramada, como nombre anteriormente, estaba ubicada a unos metros de mi casa, por lo que del living ansiosamente vi como investigaban y fueron llegando los sospechosos.
Pasaron unos días y nadie me avisaba en que iba el caso. Me llamó un psicólogo derivado por carabineros para “ayudarme”. El trato que recibí fue poco empático, al grado que llegó a decirme que estaba demasiado alterada para contar lo que me había pasado y que no tuviera esperanzas pues "la justicia es injusta". Luego de unos días, me llamó una psicóloga, la cual pensé ¡que bueno que es una mujer! Será más empática, pero me equivoqué, entendí que ella pensaba que no podía parar mi vida, que no podía estar mal porque era grande y que tenía que enfocarme en seguir estudiando. Finalmente, la fiscal me llamó para leerme las declaraciones e informarme en que iba el caso, no perdí las esperanzas y nuevamente dije ¡que bueno que es mujer! , ellas saben lo que sufrimos dia a dia, pero otra vez me equivoque, mientras me leía una de las declaraciones se rió a carcajadas porque decían que en mi estado me había caído por la ventana al tratar de entrar a mi casa (haciendo entender que estaba borracha y no drogada).
Siempre he visto que las mujeres no tienen el respaldo necesario o el que uno quisiera en estos casos, el Estado no me ha dado ni un apoyo y son mis amigas con mi pololo quienes han hecho rifas y cosas para juntar el dinero para un abogado, para poder defenderme, para que se haga justicia de esto y no vuelva a pasar. Tengo muchisimo miedo de que esto le ocurra a otra persona, porque es lo más terrible que me ha pasado en la vida, no se lo deseo a nadie y mientras ellos estén libres yo no puedo estar tranquila.
Finalmente, aclaro que esto lo hago de manera voluntaria y para sanar, para ver si haciéndolo público el Estado se hace cargo del caso, que me den el apoyo necesario para salir adelante (un buen psicólogo, psiquiatra y abogado), no es posible que tener que hacer rifas, bingos, etc. para poder pagar y hacer valer mis derechos, porque al final lo único que estoy exigiendo es que me hagan valer mis derechos con dignidad. No soy una víctima, soy UNA SOBREVIVIENTE y pido justicia. Gracias por leerme.