Los efectos postraumáticos del 27F: Una herida abierta para los maulinos
- Miércoles 26 de febrero de 2020
- 17:52 hrs
- Autor: Claudio Zurita Gutiérrez
Tras la fatídica madrugada del 27 de febrero, mucha infraestructura de la región del Maule quedó en el suelo. (Foto: @QueTalca).
A las 3:34 de la madrugada del 27 de febrero de 2010, un violento sismo sacudió una amplia zona geográfica de nuestro país. El megaterremoto y posterior tsunami, que hoy, jueves, cumple diez años, formaron la peor catástrofe natural que ha sufrido Chile desde 1960.
El paso del movimiento telúrico de 8.8 grados Richter sacudió a la Región del Maule, dejando a las zonas costeras destrozadas con el paso del maremoto, según las cifras oficiales, hubo 156 personas fallecidas y 25 desaparecidas. En su mayoría, las víctimas se concentraron en las regiones del Maule y el Biobío.
A diez años de este hecho cabe preguntarse. ¿Han podido superar esta etapa de sus vidas los habitantes de la Región?
Los daños que generó siguen visibles en la mente de los ciudadanos hasta la fecha, debido a que muchas de las personas que pasan por algún episodio de esta naturaleza en su vida pueden padecer de efectos postraumáticos durante muchos años. Así lo explicó Catherine Neira Encina, psicóloga clínica del Centro de Psicología Aplicada (CEPA), de la Universidad de Talca.
“Ha sido uno de los desastres naturales en Chile que mayor repercusión ha tenido en la población en lo que respecta a la salud mental. Es común que tras un acontecimiento como el 27F las personas experimenten alteraciones negativas en su bienestar psicológico, algunas de estas como parte normal de la reacción de nuestro organismo al estrés, pudiendo existir a la fecha aún personas que muestren reacciones intensas al verse expuestas, por ejemplo, a temblores o situaciones que le recuerden el desastre ocurrido”, explicó la profesional.
Según la Revista Médica de Chile, estudios realizados en los últimos 30 años estiman que entre 30 y 50% de la población general expuesta a un desastre natural sufre alguna perturbación psicológica en los meses siguientes al evento. Ésta se puede manifestar bajo la forma de cuadros transitorios como distrés subclínico (cuadro de angustia), estrés agudo (EA) y trastornos adaptativos. Hasta patologías de mayor duración como trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos depresivos, cuadros ansiosos, abuso de alcohol/drogas, y trastornos somatomorfos.
Al ser consultada por cómo se manifiestan los efectos postraumáticos en alguien que vivió esta situación, Neira señala que “algunas reacciones psicológicas inmediatas tras un evento como el 27F, pueden incluir temor, sensación de que lo ocurrido no es real, ansiedad, preocupación, dificultades para recordar parte de lo sucedido, sensación de vulnerabilidad, vergüenza, culpa, entre otros síntomas", destacó.
"En la mayoría de los casos, en la medida en que la sociedad se reorganiza y así la vida de las personas, los malestares más intensos irán desapareciendo, pudiendo, no obstante, ser habitual que estos aparezcan ante la exposición de nuevas situaciones que recuerden lo ocurrido, por ejemplo, replicas fuertes, sirenas de bomberos, ambulancia, carabineros, presencia de militares, etc.”, agregó.
Cabe destacar que, si dichos malestares comienzan a afectar el funcionamiento cotidiano de las personas, sería importante consultar con profesionales de la salud mental para poder recibir apoyo y alivio de los síntomas.
Mercado Central de Talca después del terremoto del 27 de febrero de 2010. (Fotografía: @QueTalca).
Los efectos podrían prevalecer…
A diez años de la fatídica madrugada del 27 de febrero, la psicóloga explica que aún se pueden percibir los efectos postraumáticos en los habitantes del Maule y que estos debieran desaparecer paulatinamente.
“En algunas personas, las reacciones de estrés inmediatas al 27F podrían prevalecer, presentando un estado de alerta continuo que obstaculice el desarrollo personal o que impida el funcionamiento cotidiano, pudiendo en dichos casos estar en presencia del posible desarrollo de un trastorno de estrés postraumático (TEPT)”.
Según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) describe el TEPT como un trastorno que puede desarrollarse después de la exposición a uno o varios eventos de naturaleza amenazante o catastrófica, como lo fue el 27F, y que, se caracteriza por la presencia de tres grandes grupos de síntomas:
1) Re-experimentación, es decir, la sensación de volver a experimentar el evento en el presente, ya sea a través de pesadillas, recuerdos vividos e intrusivos, flashbacks, los que además suelen acompañarse de emociones y sensaciones físicas abrumadoras.
2) Evitación, esto es, evitar pensamientos, recuerdos o actividades que recuerden el evento amenazante.
3) Hiperactivación, a partir de lo cual la persona mantiene una percepción de amenaza constante, por ejemplo, en el caso del 27F, al tener una reacción de sobresalto intensa ante una réplica, movimiento subterráneo, sonidos de ambulancias, entre otros.
De acuerdo con la realidad de los maulinos, la psicóloga señala que “para evaluarse la posibilidad de un TEPT, este grupo de síntomas debe persistir durante varias semanas una vez finalizado el evento y causar un deterioro significativo en el funcionamiento personal, familiar, social, educacional, laboral u otras áreas importantes”.
Prevención, una herramienta indispensable
Chile es el país que registra el terremoto más fuerte del mundo y constantemente está la posibilidad de que un evento de esta naturaleza vuelva a suceder, ante esto, Carla Mendoza Núñez, coordinadora clínica del Centro de Psicología Aplicada (CEPA) de la Universidad de Talca comentó que “aquellas personas que lograron pasar por algún tratamiento psicológico de abordaje del trauma, es probable que posean más y mejores herramientas para afrontar dicha situación”.
Además, dio un consejo que servirá para tener mayor confianza en un momento complicado.
“Es primordial, aumentar nuestros conocimientos y preparaciones, basados en la prevención, sabemos que somos un país sísmico, por lo que estar preparado para ello es fundamental, y así, disminuirán los niveles de incertidumbre e inseguridad propios de estos eventos, para ello la recomendación es tener planes de seguridad a nivel familiar, respecto al actuar en dichas situaciones”.
De la solidaridad comunitaria a las gestiones de preparación local
Si bien, el terremoto fue un evento natural que muchos quisieran borrar de sus vidas, que trajo cambios circunstanciales, sin embargo, el Sociólogo Rodrigo Assadi Cubillos, asesor técnico de la Coordinación Regional de Seguridad Pública, advierte que siempre puede haber un lado positivo para las ciudadanía y que se produjo un fenómeno positivo después del cataclismo.
“Hay consecuencias que pueden ser por un lado positivas, ya que en las localidades que tuvo un mayor daño, hay evidencias que se ha co-construido una cierta solidaridad o sensación de comunidad ante un sentimiento de amenaza en una sociedad que en general confía poco en el vecino”, aseguró Assadi.
Y agregó: “Por otra parte, diversos estudios con respecto a modelos de intervención en desastres y emergencias concluyen que el impacto psicosocial de un evento desastroso está vinculado en gran medida a la deficiente preparación de las comunidades y los gobiernos locales”.
Bajo este escenario se da la oportunidad tanto para que las autoridades locales, profesionales especializados y los vecinos dialoguen, y asimismo se ejecuten campañas preventivas y simulacros.
La Región del Maule ha tenido diez años para prepararse ante otro sismo de la misma envergadura, sin embargo, se pueden ver zonas costeras como Constitución o Iloca donde el comercio y algunas viviendas se han establecido frente al mar, lo que podría traer una nueva tragedia.
Según la opinión de Rodrigo Assadi se ha creado una gestión de riesgo en las distintas localidades, pero se deben crear estrategias para fortalecer las capacidades de resiliencia antes y después de un desastre y por supuesto el perfeccionamiento de los sistemas de alertas con las que cuenta el gobierno. Para la opinión del profesional a pesar de todo este tiempo, sigue faltando mucho trabajo para perfeccionar todas las áreas.
El profesional advierte que deben existir diversas planificaciones y coordinaciones entre las diversas instituciones que albergan gran cantidad de personas (salud, educación, emergencias, entre otras) para contribuir a la mejora de las medidas y procesos de anticipación, respuesta y recuperación frente a un desastre natural. “Para lo cual es fundamental el considerar y desarrollar el estado actual del conocimiento, las capacidades existentes en nuestra región, y las experiencias previas con la finalidad que puedan contribuir de mejor manera el impacto emocional y material”.
Ya son 10 años…
Mercado Central de Talca en la actualidad. (Fotografía: Barbara Ramos).
De esta forma Chile conmemora otro año de la fatídica madrugada del 27F, que dejó a cientos de personas fallecidas y casi dos millones de damnificados.
Hoy en día la reconstrucción en el Maule está avanzada, con un 93% de la infraestructura reparada, mientras que el otro 7% corresponde a iglesias y edificios patrimoniales, según informó en recientes declaraciones el intendente de la región del Maule Pablo Milad a Red Maule.
Ahora bien, la reconstrucción psicológica debe seguir avanzando para que los maulinos logren superar los efectos postraumáticos que causó el terremoto y puedan estar preparados para afrontar cualquier catástrofe.